Habitación de Yoli

Entre a la habitación de Yoli con el chico cogido de la mano -Coje a este pivon y bajalo abajo porfavor- dije sonriente

Alcé una ceja.
-¿Eh? No, Laura. Que yo me quedo aquí.

-Si si lo que tu digas- dije riendo

Parpadeé varias veces.
-Laura, que no tengo ganas de fiesta -lloriqueé, parecía tonta con ese tono de voz.

-Vamooos tonta!- dije sonriendo y dandole una copa de bebida

Entre a la habitación y observé a la otra chica, que parecía un poco baja de ánimos. Miré un tanto confuso a mi "acompañante". Después miré a la chica y decidí reclamar su atención.

Vaya... una habitación muy bonita... es tuya? -sonreí levemente haciendo una primera intentona- Tienes buen gusto, sin embargo... proseguí- El ambiente allí abajo esta muy bien, porque no bajamos y nos divertimos? Seguro que abra otro momento, para descansar, como he dicho... creo que... deberías divertirte...

Sonrei lo estaba haciendo genial, le mire de reojo no estaba nada mal

Continué observando a la chica que parecía sumida todavía en sus pensamientos.

-Te apetece bajar a tomar algo? pregunte a mi acompañante elevando levemente el tono de voz, procurando que me escuchara la otra chica también.

-Claro, luego subimos Yoli- sonrei y sali de la habitación bajando de nuevo a la sala

Bufé, estaba sola. No me importaba, ahora lo que me importaba la verdad lo tenia poco claro. Sólo me sentía mal, y Quino... Ay, Quino... Me tendría que dar una buena escusa...
Me asomé por la ventana que tenía encima de un sillón. Era típica noche silenciosa en la que sólo se escuchaban sirenas de fondo, motos, coches, tacones por las calles y la música de casa, que era lo que más chafaba todo.
Me asomé por la ventana, un aire veranal entró, era fresco, de esos que tranquilizaban. Afuera estaban Gorka y Ruth, pero los ignoré durante un buen rato. Ojeaba el movil cada dos por tres, pero nadie me reclamaba.

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Llegamos a mi habitación. Subí las escaleras y por primera vez, Quino vio cómo era mi dormitorio.
-Pasa, venga, no hay nada peligroso dentro.

Me metí las manos en los bolsillos, observando la habitación.
-Es... bonita para ser la de una chica.-la miré y sonreí, sentándome en la cama.

Sonreí, cerrando la puerta.
-Es monísima, lo sé. Como yo -dije orgullosa, alzando la cabeza, sin bromear. Salté encima de Quino en la cama, tumbándolo y abrazándolo con fuerza entre el suave colchón y los cogines de pelo.